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Profesor de educación media, Licenciado en letras por la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, Escritor, cantautor e investigador social

12 ago 2011

Jerónimo el amigo entrañable que nos dejó

 La última vez que lo vi, llegó, impertérrito. Como siempre portaba su guitarra y se dirigió a la mesa del restaurante en que me encontraba,
Hector Daniel Gonzales (Nuestro Trovador 
allí en  el centro de Tegucigalpa (y que por el momento olvido su nombre), __ ¿Que vas a querer hoy? Preguntó estoico__ entonces recordé aquella canción de Silvio ‘’ Hoy mi deber era’’ y le dije ___ quiero cantar ___. Bien, loco___contestó, ___a ver que te traes, ___alguien cruzaba la barda hacia el interior del bar  y este le dirigió un saludo y ofreciéndole sus servicios para ésta noche que apenas empezaba. No vi que se pusieran de acuerdo, así que  regresó a  la mesa. Yo había comenzado mi gusto musical y él se acercó para acompañarme; más en aquel verso que dice ‘’ Sumarme a la plaza’’ Ahí,  él decía ‘’Sumarme a las marchas’’  Cuando hube terminado la canción de Silvio le ofrecí algo de beber y me dijo, que no fuera cerveza pues su operación en el tórax lo había dejado incapacitado para eso. ____El balazo ____ me dijo ____ me dejó hecho mierda___. Cantamos varias canciones, lo cual era un deleite para algunas personas que estaban en el bar, y que nos observaban atentamente. Me dijo tranquilo y sin remordimiento alguno, ___Soy hijo del pueblo, así que me quedo donde me agarra la noche___Esto después que le preguntara donde estaba viviendo. Le pregunté además, cuanto me iba a costar la serenata y me dijo___Loco a vos te voy a cobrar barato, sos mi amigo y además ya días no te veo, ____ Es que he estado ocupado con lo de la pedagógica___ dije. Recordé que en aquellos días, había adquirido uno de sus discos y ahí mismo me lo  autografió.
Al cabo de un rato arreglé lo del pago,  lo cual le satisfizo. Hablamos un poco de la vez que lo cahimbearon en la mina El mochito, cuando el carajo de Callejas se había encargado de ponerle paralelas a todos los sindicatos, cantamos la pistola ‘’que siempre se dispara sola’’ y otras más que le recuerdan al bigotón, ___Mel, la mera v.___ dijo riendo. Unos bigotes amarillos, algo descuidados se pusieron a disposición, al momento de reír, Yo asentí con algo de cariño por aquel revolucionario que había sido abandonado por la justicia hacía ya veintidós años atrás. Me contó que pronto se vería con el comandante vaquero en su casa y que ahí le arreglaría algunos asuntos  financieros. Lo vi ponerse de pie y comenzó a hablar por teléfono con su madre que estaba en Estados Unidos. Su comunicación fue de unos diez minutos, dándole a esta por menores de su situación aquí. Cuando hubo terminado  continuamos cantando otras canciones que igual le gustaron. Vio a dos sujetos ya entrados en años que ingresaron al bar e igual les ofreció sus servicios. De este modo se despidió de mí en una noche mas, interminable para un ser interminable que dejó una huella imborrable en nuestros corazones.

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