La
última vez que lo vi, llegó, impertérrito. Como siempre portaba su guitarra y
se dirigió a la mesa del restaurante en que me encontraba,
Hector Daniel Gonzales (Nuestro Trovador |
allí en el
centro de Tegucigalpa (y que por el momento olvido su nombre), __ ¿Que vas a
querer hoy? Preguntó estoico__ entonces recordé aquella canción de Silvio ‘’
Hoy mi deber era’’ y le dije ___ quiero cantar ___. Bien,
loco___contestó, ___a ver que te traes, ___alguien cruzaba la barda hacia el
interior del bar y este le dirigió un saludo y ofreciéndole sus servicios
para ésta noche que apenas empezaba. No vi que se pusieran de acuerdo, así que
regresó a la mesa. Yo había comenzado mi gusto musical y él se acercó
para acompañarme; más en aquel verso que dice ‘’ Sumarme a la plaza’’
Ahí, él decía ‘’Sumarme a las marchas’’ Cuando hube
terminado la canción de Silvio le ofrecí algo de beber y me dijo, que no fuera
cerveza pues su operación en el tórax lo había dejado incapacitado para eso.
____El balazo ____ me dijo ____ me dejó hecho mierda___. Cantamos varias
canciones, lo cual era un deleite para algunas personas que estaban en el bar,
y que nos observaban atentamente. Me dijo tranquilo y sin remordimiento alguno,
___Soy hijo del pueblo, así que me quedo donde me agarra la noche___Esto
después que le preguntara donde estaba viviendo. Le pregunté además, cuanto me
iba a costar la serenata y me dijo___Loco a vos te voy a cobrar barato, sos mi
amigo y además ya días no te veo, ____ Es que he estado ocupado con lo de la
pedagógica___ dije. Recordé que en aquellos días, había adquirido uno de sus
discos y ahí mismo me lo autografió.
Al cabo de un rato
arreglé lo del pago, lo cual le satisfizo. Hablamos un poco de la vez que
lo cahimbearon en la mina El mochito, cuando el carajo de Callejas se había
encargado de ponerle paralelas a todos los sindicatos, cantamos la pistola ‘’que
siempre se dispara sola’’ y otras más que le recuerdan al bigotón, ___Mel,
la mera v.___ dijo riendo. Unos bigotes amarillos, algo descuidados se pusieron
a disposición, al momento de reír, Yo asentí con algo de cariño por aquel
revolucionario que había sido abandonado por la justicia hacía ya veintidós
años atrás. Me contó que pronto se vería con el comandante vaquero en su casa y
que ahí le arreglaría algunos asuntos financieros. Lo vi ponerse de pie y
comenzó a hablar por teléfono con su madre que estaba en Estados Unidos. Su comunicación
fue de unos diez minutos, dándole a esta por menores de su situación aquí.
Cuando hubo terminado continuamos cantando otras canciones que igual le
gustaron. Vio a dos sujetos ya entrados en años que ingresaron al bar e igual
les ofreció sus servicios. De este modo se despidió de mí en una noche mas,
interminable para un ser interminable que dejó una huella imborrable en
nuestros corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario